LA FLOR Y LA NATA


Si Andy Warhol levantara cabeza y decidiera instalarse en una urbe cualquiera de este nuestro planeta, eligiría Barcelona. Aquello de los 5 minutos de fama ha calado hondo aquí más que en ninguna otra ciudad.

No hace falta irse a una fiesta fashion, ni a un evento super cool, ni a una presentación de moda, ni a un cóctel de gente moderna... simplemente, paseando por la ciudad puedes encontrar a auténticos vampiros de flashes: personajes vestidos para la ocasión que quiere ser inmortalizados en cualquier photoblog u otra cosa por el estilo.

Unos
cuadros de gente, sin gusto alguno, sin criterio, llegando al sin sentido que es capaz de lo que sea por estar en un dichoso lugar y ser reconocido: la fama momentánea que tan poco cuesta conseguir y de la que tan difícil es quitarse la etiqueta de lo absurdo. La flor y la nata de la ciudad, pero la nata montada, aquella tan frágil que tal como se arma puede perder toda su estructura de un solo cucharazo.

Alabados sean aquellos que pensaron un estilismo todo un sábado y que luego consiguieron la foto para colgarla el domingo en su página en internet.

Internet: ese altar al que se dirigen muchos creyentes de la falsa modernidad.


Jordi Wintour

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