Que hay profesiones que son patrimonio de un grupo social, eso ya lo sabíamos. Pero que pueden existir fuerzas mayores que potencien aún más este aspecto es algo que a más de una persona se le escapa. La moda. Ese lugar de (muchas veces) simulada superficialidad, de intención y propósito, de hacerse ver, querer y valorar a base de dar otras cosas que no son precisamente la cara (por muy bonita que la tenga más de uno),… una auténtica hoguera de las vanidades donde vale casi todo pero eso sí, donde no pueden caber todos. Mucho menos todas. En la moda, pasa como en el arte (manteniendo una relación estrecha ambas disciplinas pero sin tocarse demasiado ni espantarse la una a la otra): la ausencia de mujeres brilla por sí misma. Las hay, por supuesto. Y sí, la mayoría dirigen revistas, son influyentes, deciden e imponen su criterio envueltas en pieles y con tacones bien altos… pero bajo el mando de un hombre que bien podría ser el dueño de un grupo editorial o cualquier otro representante masculino sea hetero o gay. He aquí la cuestión: la homosexualidad en la moda. Si te miras la etiqueta, si te pasas por un estudio de diseño, por una fábrica textil, un taller de costura y así un largo ejemplo de lugares donde se respira y trabaja moda encontrarás a homosexuales y más homosexuales, auténticos patricidas de la costura, muchos muy válidos para ello y otros no tan válidos. Como en todas las profesiones. Lo que ocurre es que a veces, y ya no sólo en el mundo de la moda, se asocia ya directamente un trabajo o dedicación a un colectivo porque la mayoría pertenece a él. Puede parecer “estupendo”, pero vamos no todo es así. Y lo que peor resulta es que hayan algunos (y así algunas) que crean que debería ser de esta manera al cien por cien, que sólo los gays puedan entrar ahí a cortar la tela, coser y poner el primer detalle de prenda que se les antoje y así sólo ellos decidir cómo van a vestir mujeres y hombres. ¿Existe realmente un lobby gay en la moda? Simplemente por ser algo relacionado con la imagen y donde hay que vender ya no dos temporadas al año, sino en temporadas continuas y sucesivas pues el ritmo de las gran distribución así lo exige, pues sí y casi con total seguridad que la moda sea un reducto de beneficios controlado por homosexuales que no se quieren apartar de ahí. También es verdad que puede ser uno de los lugares donde algunos se refugiaron para poder trabajar y ser bien vistos (de alguna manera) en otras épocas y que ya han copado el mercado y no marchan de ahí ni con agua fría: es casi como conquistar una isla o territorio y poner la bandera de tu país para no marchar jamás. Pero en tiempos de globalización, donde todo se mueve vertiginosamente, en época también de paridad… ¿no es posible que entran más féminas u hombres heterosexuales a afianzar aún más un mercado del todo necesario que genera mucho dinero y que podría generar más refrescándolo con nuevas ideas? ¿Una mujer es mejor vestida por un gay o por otra mujer como ella? ¿Han sido vetadas muchas diseñadoras? Y lo más asombroso, ¿cómo se mantienen las que aún están ahí y diseñan? Quizá porque luchen como un hombre (valga el machismo) en un mundo de hombres resultando ser muchos de ellos gays.
Jordi Wintour.